jueves, 17 de julio de 2008

VIVI COMO QUIERAS



SEAS LO QUE SEAS

El hippie y el hippie chic


Los hippies fueron la cultura más importantes de la década del sesenta. Esta ideología nació como una crítica y rechazo a la sociedad de consumo, al materialismo, a la violencia, al racismo, y todo lo que fuera en contra de un mundo armonioso y pacífico. Los hippies formaron una especie de contracultura, donde los valores que primaban eran el amor, la libertad de la naturaleza y el espíritu, de ahí la famosa y trillada frase: “Hagamos el amor y no la guerra”. Para ellos, no había mitos ni tabúes, nada estaba prohibido, y fue justamente este exceso de libertad el que dio rienda suelta al consumo de drogas, en cualquier momento y en cualquier lugar.
Su aspecto siempre descuidado, que desde lejos delataba una “enemistad” con el agua y el jabón, manifestaba un desacuerdo con el consumismo desenfrenado, mientras que sus cabellos largos y al viento contradecían la engominada formalidad. Los motivos de sus ropas sueltas y de telas livianas copiaban a la cultura africana, al igual que sus pulseras, aros y collares que siempre colgaban en gran cantidad. Otra de las características de estos liberales era su amor por la naturaleza, de ahí que el símbolo que los identifica sea la flor.
“En realidad el hippie, hippie, desapareció a fines de los sesenta, hoy en cambio se han adoptado algunos de los rasgos más típicos de su vestimenta, pero otras se han modificado: desaparecen los pantalones patas de elefante, las cinturas altas cambian por el tiro bajo, las camisas dejan de ser tan anchas para poder marcar un poco más la figura. El estilo se ha modernizado, se ha hecho más elegante, de ahí el aditivo del “chic”, explicó la diseñadora de modas Bronia Gerez y sintetizó algunas otras características:
- Muchos collares largos, de madera, o de piedras en colores vivos.
- Vuelven los accesorios en nácar, muy usados en esa época.
- Las polleras con muchos vuelos y recortes.
- Las telas: sedas, bambulas, gasas, en colores alegres y estampados.
- Las sandalias con plataforma en yute y los zapatos pintados.
- Las fajas, los cintos, las vinchas y miles de otros accesorios.

El Rollinga




Es el nombre con el que se comenzó a identificar a los fanáticos de los Rollings Stone. Actualmente muchos tienen una mala concepción de los rollingas, ya que suelen estar asociados con la droga o con el consumo desmedido de alcohol, sobre todo a la hora de reunirse en grupos para ir a un recital o simplemente pasar un momento más. Pero, por supuesto, esto no significa que a todos los que se les ocurra cortarse el flequillo, o no preocuparse por lavar sus zapatillas sean fanáticos de los Rollings o de la marihuana, ya que muchos jóvenes eligen esta onda por su comodidad y sencillez a la hora de enfrentar el ropero.
“Es una moda que llegó hace muy poco a Santiago, o por lo menos recién ahora se está adoptando en mayor medida, es la onda desfachatada, desprolija, del dejarse estar”, comentó la diseñadora.
Reglamento rollinga:
- Lo que no puede faltar es el flequillo recto y bien cortito.
- En vez de un buzo o un pulóver, su manera de abrigarse es encimándose remeras y camisetas con mangas de distintos largos que se dejan notar.
- Jeans sueltos y gastados, o jardineros con un tirador desprendido.
- Gorritas con viseras, en todo momento, haya sol o no.
- Mochilas invadidas de pins.
- Zapatillas de lona, cuanto más sucias, mejor. (irresistible tentación para el lavarropa de las mamás que no comprenden la onda)